Thursday, January 31, 2013

Óscars 2013: Dame Argo


(Este chiste es tan espantoso como inevitable; recordemos aquel titular de Fotogramas: “Ben Affleck nos cuenta Argo”). Cuando me enteré de la historia y vi ese tráiler casi me subo por las paredes: esa película me iba a flipar: ¡la crisis de los rehenes! ¡una película falsa! ¡ayatola no me toques la pirola! ¡Ben Affleck haciendo méritos de nuevo para que le tomemos en serio! Además las críticas eran buenísimas y los premios no paraban de llegar; estaba claro que iba a gozar con Argo como hacía tiempo que no lo hacía. Meses después se enfrió la cosa, desnominaron a Ben al Óscar a mejor director, leí un par de críticas horribles que decían que la película era aburrida, racista y ridícula y el globo se me fue desinflando. Al final la he visto y me ha gustado, peeero estoy bastante jodida porque no me ha gustado ni remotamente tanto como me podía haber gustado.
Aplaudo con entusiasmo la fotografía, la ambientación, ¡esas gafas de carey!, ¡esos bigotazos! (y no hablo de los de los iraníes), la mezcla de imágenes reales con ficción, la ropa setentera, esas imágenes de Jomeini y de la revolución que parecían haber sido dibujadas por Marjane Satrapi.  La historia sigue siendo increíble y aunque conozcas de antemano el final estás comiéndote las uñas durante todo el último tramo de película, peeero la parte de la falsa película al final se me ha quedado en agua de borrajas, creo que Hollywood está poco aprovechado y he aborrecido ese conflicto paternofilial metido con calzador, de esos que se suponen que tienen que ayudarnos a empatizar con el personaje pero a mí personalmente me tiran de un pie; y sobre todo aborrezco esa sonrojante secuencia final en el aeropuerto que me indican que además es de la propia cosecha de Ben, todo aporte suyo a la historia real. Y definitivamente que el “Dream on” de Aerosmith que le sentaba como un guante al tráiler no sonase en la película ha sido una decepción.

Como decían en La Sextanominada (que es una presencia muy fuerte a lo largo de estos posts),  cuando se anunciaron las nominaciones los presentes en la sala la aplaudieron como si fuese… como si fuese Ciudadano Kane, algo que encuentro totalmente inexplicable (más allá de la obvia explicación de que los presentes sean un poco cortos).
No hay que olvidar que Garci ha dicho –en el inenarrable, desopilante y nunca suficientemente ponderado “Cowboys de medianoche”- que la película le ha encantado y que va a votar por ella (no olvidemos nunca que Garci es uno de los pocos ejpañolej académicos). También ha añadido que Ben Affleck mide metro noventa, es guapo, ha ligado mucho, ha dirigido tres películas muy buenas, tiene un Óscar, escribe bien, está casado con una mujer estupenda y dirige de maravilla. Después de esto nada más podemos añadir.

Tuesday, January 29, 2013

El misterio de los candelabros

Ilustrando el post anterior, he aquí los personajes de "Los miserables" convertidos por obra y gracia de los genios italianos que escribían las revistas Disney de los 90 en patos, cuervos y lo que sean Patapalo y Trudy.   Las palabras "el forzado redimido" son en mi cabeza algo así como "marco incomparable" o "científico loco".



Jean Patojean, Hugh Jackman no tiene nada que hacer a tu lado:



Friday, January 25, 2013

Óscars 2013: Mi problema con Los miserables


Más allá de los años locos de la adolescencia –locos porque menudos premios, ¡Shakespeare in love! ¡El paciente inglés! Maldito Harvey Weinstein- nunca les he prestado especial atención a los Óscar, más allá del palmarés y la alfombra roja, aunque haya visto en ocasiones la gala y me empolle siempre todo lo publicado sobre nominados y premiados. Este año, sin embargo, con la llegada del podcast de La Sexta Nominada, estoy totalmente on fire siguiendo la carrera como si no hubiera un mañana desde los tiempos en los que se pensaban que la pobre Ana Karenina tenía alguna posibilidad. Así que estoy enganchadísima, sabiendo por supuesto que son unos premios absurdos en los que lo cinematográfico corre paralelamente y en el que la calidad y el verdadero talento no tienen por qué entrar en juego, planeando verme todas las nominadas para por una vez, tener una opinión fundada sobre algo, aunque siempre estoy muy a favor de opinar de todo sin tener ni idea de nada, que eran un poco lo que hacían los de La Sexta nominada, elucubrando sobre si tal actriz estaría nominada sin que se hubiese estrenado todavía su película en ninguna parte. Y como no hay nada más pesado que los antioscar y el fetiche de los premios y las listas es al fin y al cabo una cosa muy guay, empezamos a repasar las películas (nada promete que este repaso se quede aquí).

Los Miserables: Medio mundo la ama y medio mundo la detesta. Yo estoy un poco pueh; me aburrió por momentos, en otros disfruté mucho –porque con unos jóvenes muriendo por la revolución ya me entusiasmo- pero no terminó de convencerme. Vaya por delante que yo soy de rotundo sí al cine musical y que ya sabía de antemano el tipo de musical que era (me sorprendió que nadie en mi sesión abandonase la sala, que estamos en España y a la gente no le gusta leer subtítulos); de hecho le comenté a una amiga antes de ir juntas a verla “por cierto, creo que es todo el rato todo el rato cantando, que se parece más a una ópera que a un musical tradicional” y ella me dijo “bueno,  pero en el tráiler se les ve hablando”. He ahí el tema: que se elijan para promocionarla algunas de las aproximadamente diez frases de la película que no son cantadas. Ya lo decían en La Sexta Nominada, que en Europa muchas veces se promocionan las películas musicales obviando que lo son, ¿y esto qué es? Pues una vergüenza y un armarizante insoportable. También creo que hoy es imperdonable ir al cine sin saber muy bien qué es lo que vas a ver,  aunque luego esto da lugar a tronchantes anécdotas como la de la adolescente que contó que había ido a ver la película porque creía que era de miedo y luego resultó que estaban todo el rato cantando y ambientado en el año de la nana. Bravo por ella.

La historia es que para mí, perdóname Víctor Hugo, “Los miserables” siempre será el material con el que se hizo una de las historietas Disney mejores de la historia y, por ende, una de las mejores historias de la ficción occidental: “El misterio de los candelabros”, en la que Jean Valjean se convertía en Patojean, el forzado redimido, la prostituta Fantine desaparecía púdicamente y los Thénandier (Patapalo y Trudy) se asociaban con los Apandadores en una historia en la que los candelabros eran el símbolo de la redención humana y también la llave para encontrar el tesoro de Carlomagno. Tengo tan en la epidermis esa historia que hasta la cabecera de ahí arriba elaborada con mis hábiles conocimientos de Paint está tomada de una de las primeras viñetas. Aparte de las peripecias de los patos con los que aprendí más del mapa de París y de la historia medieval de Francia que con toda la EGB, mi otro acercamiento a Los Miserables fue con la película de Liam Neeson que, sin haber vuelto a ver en quince años, sigo recordando como muy recomendable. Desde luego en ella se entiende mejor la relación entre Valjean y Fantine –que en el musical queda casi obviada y de hecho cuando al final ves que el envejecido Valjean habla del espíritu de Fantine con amor te quedas un poco con la sensación de que te has perdido algo- y también el proceso de decadencia y caída de la mujer está mejor explicadito y resulta más conmovedor. Si cuando Uma Thurman empieza a prostituirse apareciese el  número de “I dreamed a dream” sí que hubiese llorado a lágrima viva, cuando en el musical, siendo como es una escena bastante perfecta y emocionante, con esos ojos enormes de Bambi de Anne Hathaway, es tan precipitada que no te da tiempo a haber empatizado apenas con ella. Y sobre todo reivindico la figura del Mario de Pontmercy de la primera película, un bellísimo joven llamado Hans Matheson al que parecía haberse tragado la tierra muchísimo más molón como héroe romántico que Eddie Redmayne, que muy bien, pero es FEO.

Muy bien haber grabado las canciones a la vez que los actores interpretaban; el escenario, quitando el barco del principio, un teatrillo de cartón piedra; el maquillaje, una cosa grotesca que no por pretender precisamente ser grotesca resulta menos grotesca; Éponine, al contrario que al resto del mundo, a mí no me gusta nada porque sus cejas están demasiado depiladas; Russell Crowe, que se defiende bastante digno, tiene algún momento que encuentro hilarante con ese tono que podría ser yo misma impostando la voz, y en concreto el minuto 1:50 de este vídeo me parece alta comedia. Además tengo que mencionar que cuando veía en los subtítulos esas traducciones un poco extrañas del texto original no podía parar de acordarme de esta entrada del tumblr “Poco más que bandas sonoras” en la que se habla de esa abracadabrante adaptación de la letra original, aparte de reconocer que aún a día de hoy, veinte años después de su estreno, me sigue pareciendo increíble todo el concepto de convertir una novela decimonónica de Víctor Hugo, más bien densita, en un musical para el teatro.

Pese a todo, me gustaría ver ganar a Anne Hathaway el Óscar a mejor actriz secundaria porque menudo disgusto si no lo consigue ahora que todo el mundo lo da por cantado, porque fue a un estreno sin bragas, porque está motivadísima y porque, sencillamente, sería muy bonito ver con un Óscar a la Princesa por Sorpresa.