Wednesday, September 08, 2004

Virgen y Furioso, pornografía, Jude Law, San Valentín, Upa Dance

Ra afila las uñas
He estado leyendo diarios por ahí, actividad entretenida e inútil donde las haya. Entre ellos me ha llamado la atención el de un tal "virgen y furioso" ¿cómo resistirse a semejante nombre? Y tras haber leído y releído, sólo puedo decir que a la gente le hace falta una urgente lectura de Enrique Jardiel Poncela. Él es la respuesta a la soplapollez, a la pretenciosidad, a la autocompasión, al "guaysmo", a los diarios de tanta y tanta gente -incluído el mío, por supuesto- deseosa por crear una imagen de sí mismos que... bueno, estoy apestando. Eso, que Jardiel Poncela: es una cosa así tal que así, salvando las distancias, como Eminem: que cualquier cosa que les puedas achacar ellos ya lo saben, y lo escriben o rapean. Los más crueles críticos de todos los que tienen: ellos mismos (y recubiertos de un ego del grosor de un rompeolas) Eso es lo que quería decir esta tarde deprimente de domingo desde esta absurda tribuna sobre la que se puede despotricar sobre lo divino y lo humano, decir gilipolleces, meterte con quién te de la gana, publicar el tamaño de tu polla en erección, o escribir una y otra vez "duele duele duele duele duele" para que todo el mundo vea cuán complejo eres, cuanto sufres, lo frágil de tu sensibilidad porque es que al fin y al cabo, por muy goth que seas eres un puto poeta, que se note, que se note.
Total, que cada cual escriba lo que le salga del coño, que así es al fin y al cabo mucho más divertido.
Ha llegado la factura de la televisión por cable (me siento como Homer Simpson diciendo esto) y entre las llamadas a móviles amena y movistar, las tarifas de internet y otras minucias han aparecido las facturas por la compra de dos "productos especiales" Llama mi madre al servicio de atención gratuita y la amable telefonista-voz-enlatada nos comunica que los productos especiales son dos películas de esas de pagar por ver. Yo niego totalmente la responsabilidad sobre el hecho (me siento como Sadam tras la caída de las torres gemelas diciendo esto, y ya veis de qué le ha servido) (entre otras cosas porque no tengo ni idea de cómo se hace para comprar películas y, inútil de mí, me conformo con las de canal hollywood) Segundo acto: le pregunta a mi papá, que está en el sofá viendo uno de esos documentales de "viajar" que tanto le gustan. "No sé, no me acuerdo, yo que sé, igual sí, igual no..." es la respuesta de mi padre. Y yo tengo la certeza de que está... ¡mintiendo! (me siento como Perry Mason diciendo esto) Un par de horas después me comunica mi madre, muy ladina, que mi progenitor ha confesado la autoría de los hechos (diciendo esto me siento como Ally McBeal antes de superar su complejo de Electra liándose con Harrison Ford) Pero yo, atenazada por una sospecha, me dirijo a la factura, y observo que los "productos especiales" han sido adquiridos en los canales 97 y 99. Nada que objetar, son canales de pornografía, y yo veo de lo más natural el consumo de películas pornográficas, me parece muy sano. Pero si lo que pretendes es mantenerlo oculto, o semioculto, no las compres mediante el mando con el que tu hija y esposa ven sus programas de ganchillo y especiales pasarela cibeles, respectivamente. Qué mal disimula, el pobre.
Bien, hasta ahí todo claro. El drama (o comedia) llega cuando acude a mi cabeza un sonsonete de jadeos y las frases "para ellos.... sin ellas. Canal 97" Acudo deseosa de despejar mis dudas al programa del canal 97 para el mes de febrero y leo: "Montado por primera vez", "Chico blanco, sexo negro", "Vivir dando... y tomando", "Hombres casados, vicios privados", "Culito virgen doblemente penetrado"... No sé qué pensar, me siento un poco perpleja a la par que tremendamente divertida.
Pienso en lo que piensa Sadie al llegar cada noche a su casa, agotada, hastiada, desengañada de la vida: "No quiero ni echar las cuentas de los hombres y mujeres que ahora se están pajeando o dedeando pensando en él. Los que le desean, le ansían, han encontrado en su rostro la plenitud, la encarnación de todo lo que siempre han esperado. Lo más cercano a la belleza que nunca pudieron soñar es a mí a quien mira, es a mí a quien besa, es mi cuerpo por el que gime. Jódete, mundo. Él es mío.


"Estados Unidos estudia boicotear el vino y otros productos franceses y alemanes"
"Camembert.com ha visto caer sus ventas en un 80%"
Está bien, no voy a hablar de la legión de modelos estadounidenses que se encontrarán de pronto huérfanas de agua de Evian, o de Julia Roberts -a ver con qué se lava ahora el pelo- ni de los granjeros de Arkansas que deciden renunciar al roquefort o al chateu-lapique del 91 como acto de simbólica protesta por la no bajada de pantalones de Francia ante los propósitos de USA. No, ahora voy a decir que llegan ya las represalias, económicas, no faltaba más, donde más duele, y que hay días en los que llegas a casa y de verdad, entre el chapapote, la guerra contra Irak, la hipocresía y la soplapollez fragantes que se han impuesto ante todo y campan a sus anchas por el mundo, es que no sé cómo no hay más gente que mete la cabeza en el horno de gas.
Pero justo entonces recuerdo que tengo las nubes del cielo y tengo las olas del mar (enchapapotado) y si tengo tu cariño, y si tengo tu cariño ya no quiero nada más. Estando contigo, contigo, contigo, de pronto me siento feliz, y cuando te miro, te miro, te miro, me olvido del mundo y de mí. ¡Qué maravilloso es quererte así! Estando contigo, contigo, contigo, me siento feliz.
Recuerdo cuando era San Valentín con mi último novio, que él me decía "Mañana es San Valentín" Y yo le respondía "El día de los enamorados. Tú y yo no tenemos nada que celebrar" Y él, claro, se cabreaba. ¿Qué cosas, no?
Lalalá... me gustan las cosas inútiles, lo retro, todo lo que huele a polvo y a casa de abuela. Me gustan los edificios antiguos, las iglesias y las catedrales, las fachadas decimonónicas, los pianos de cola y las cortinas de terciopelo, amén de cosas tan trasnochadamente románticas como visitar cementerios: me encanta poder ir a un cementerio cuando visito una ciudad o un pueblo nuevo. Lo que más me gusta visitar son este tipo de cosas tan baratas de "casas museo", casas museo de escritores o pintores, preferentemente, de antes de los 60, ya sabéis, esas casas antiguas con suelo de madera en el que se han reunido un montón de muebles que casi nunca pertenecieron al dueño de la casa, pero que al ser contemporáneos a él están ahí para que nos hagamos una idea de cómo era la cotidianiedad de... no sé, Kafka, Dickens, Chopin, Cervantes o Goya. Mi súper-emblema en todo el mundo de las "casas de" es la casa de Sherlock Holmes, en Londres, en el 121 B de Baker Street (como mandan los cánones) Es el culmen de todas porque para empezar, como sabrán sin duda mis letrados lectores, Sherlock no existió jamás, fue un invento exitoso del espiritista Sir Arthur Conan Doyle, (del que del resto de su obra podemos pasar olímpicamente. Holmes también es un folletín, pero... en fin, es otra cosa, aunque sólo sea por su carácter legendario) invento que por lo demás a él acabó haciéndosele bastante antipático, hasta el punto de asesinarlo literariamente tirándolo por los acantilados suizos, en plan "jódete, fastidioso Holmes, creación mía que ha logrado eclipsarme, estoy harto de escribir sobre ti, quiero dedicarme a lo que de verdad me gusta, a las historias de fantasmas y de criaturas antidiluvianas" Partiendo de ese personaje, de esa invención literaria, los avispados ingleses se montan la casa de su personaje en el número 121 de Baker Street (calle que, para colmo, no tiene 121 números) con todo el merchandasing (¿lo he escrito bien?) oficial del ídolo, del icono de los detectives, del paradigma frente a Dupin y Hércules Poirot: la pipa, el violín, la jeringuilla para su dosis de morfina, el laboratorio... todo cuidado al detalle, hasta las iniciales de Victoria Regina trazadas a balazos por un Holmes ocioso en la pared. Un placer para los iniciados, claro, y un negocio constante y atrayente. Algo así como la ruta de Don Quijote pero como un millón de veces mejor montado. Si es que, me voy a poner en plan Reverte, en este puto país no valoramos nada lo que tenemos, y no es cuestión de ser patriotera pero coño, si yo fuese ministra de cultura (jojo, reíros a coro) me dedicaría a empezar a sacar réditos de todos los genios consagrados que ha habido aquí, en lugar de patrocinar tanta zarandaja pseudocultural que no hace más que chupar subvenciones (y que hacen muy bien, que conste, todos a chupar del estado mientras podamos, y cuanto más saquemos mejor) Había que explotar a lo bestia cosas como Fuendetodos, ya sabéis, Goya y tal, a la mierda eso de la cultura para unos pocos elegidos, aquí es que sólo se reivindica algo cuando es el aniversario (en plan Lorca y tal, ya veréis el año que viene con Dalí) pero bueno, ¿qué estoy diciendo? No, no, rectifico: mejor que no se explote nada, que enseguida se empiezan a reivindicar figuras del pasado y la cosa empieza a dar un poco de asco, con eso de politizar eso mismo, a Lorca, por ejemplo, como mártir de la izquierda, y Aznar diciendo que "Lorca es de todos" y en fin, que no, que mejor que Fuendetodos esté así como un poco olvidadillo y que el ministerio de cultura no se ponga a explotar a los genios del pasado, que los que quieran conocerlos ya lo harán pese al paso del tiempo, el olvido y la ignorancia, y el estado que saque sus ganancias de las diversas privatizaciones, que es lo suyo.
Creo que se me ha ido un poco la mano de más y he desvariado bastante, pero con esto de no tener nada que decir en especial empiezas y es que terminas que pareces Azaña desde la tribuna.

Este jueves me voy a Madrid. Me voy a morir de frío: desenterraré mis gorros y bufandas, mis guantes varios, y no sé si llevarme unos leotardos para meterlos bajo los vaqueros y multiplicar así de paso las corvas de mis muslos.
Estoy viendo Upa dance (o séase, Un Paso Adelante, o séase, Morenita Muchachita) y la verdad es que esta serie cada día degenera más y más, se vuelve más barata, culebronesca e inverosímil. En la primera temporada... ay, perdonad, pero es que una acaba de decir "lo único que me estoy jugando es mi felicidad" y es que tengo que dejar constancia de semejante réplica. Decía que en la primera temporada me entretenía sobremanera, aún sin ser nada nuevo, y hasta sus guiones y argumentos en general tenían un pase, pero es que ahora hay tanto putiferio suelto, tanto dramón intersentimental, tanta crítica social mezclada con chorrez... y todo esto con historias repetitivas, mil veces antes vistas ya. Y la audiencia ha aumentado, lo cual la verdad, es de lo más significativo para esos que dicen que si en lugar de tanto corazón se emitiesen más documentales, el nivel medio de la tele dejaría de ser vergonzante. Claro que yo la sigo viendo, así que no os fiéis mucho... Y me estoy dando cuenta de que me quito la razón constantemente, así que no me hagáis demasiado caso en nada de lo que diga. Que esto de no tomarse nada demasiado en serio es uno de los mejores consejos que os pueden dar (y en esto sí que podéis hacerme caso)

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