Wednesday, September 08, 2004

Navidades

Claro que mi preferido de entre todos los cuentos, por encima de "La langosta Rosa" y otro en el que unos ladrones tiraban a Papá Noel de su trineo a pedradas, es la historia de "El camello solito", ilustrada con profusión:
Había un camello que andaba por el desierto muy solito. (Y un dibujín del camello en cuyo bocadillo se lee: "¡qué solito estoy!"
Un día se asustó porque pensó que venían unos cazadores. (Dibujo del camello huyendo mientras grita "Ooooo qué susto"
Pero no eran cazadores, eran los Reyes Magos que buscaban un camello para llevar los regalos (y dibujito adjunto de los reyes, todo estridencia oriental, diciendo "Necesitamos un camello")
Ahora el camello está cansadito pero muy contento (y el correspondiente dibujo del camello por montañas entre las que se pone el sol mientras nos comunica "¡Qué contento estoy!" y "Pero estoy muy cansadito")
Me siento super-identificada.



Dentro de poco ya estaremos a día 22, y con él llega el sorteo de la lotería y empieza toda la parafernalia navideña. Es el km0 de las pascuas, el día de la lotería. Y eso me recuerda que tengo que comprar mis regalos navideños, que normalmente es una tarea que me encanta y con la que disfruto sobremanera, pero este año me apetece muy poco y no tengo la menor idea de qué regalar a quién (creo que estoy incubando una gripe, la tarde de hoy me la pasé durmiendo y cuando desperté fue para llamar por teléfono y avisar de que no iba a salir), aparte de que creo que pasaré la nochebuena en al aldea, así que espero que nos pongamos de acuerdo por grupitos para comprarle regalos a cada uno entre todos, lo cual es un poco conspiración y lioso, porque al final siempre tienes que acabar pidiéndole a Zutanito dinero para el regalo de Menganito y de Gilanita, y al mismo tiempo vas a todo correr hacia Gilanita y lo más disimulado que puedes le das el dinero del regalo de Chochonita. De momento sólo tengo un regalo comprado (desde octubre) y para los demás estoy totalmente falta de ideas... supongo que acabaremos comprando ropa, que sale barato -¡gracias, Inditex!- y siempre quedas bien aunque no aciertes jamás con los gustos de la gente, porque tampoco es cuestión de comprar una camiseta de algodón de un tono anodino, que sí, sabes que va a ser usada y apreciada por su destinatario, pero tampoco es cuestión de hacer un regalo tan impersonal.
Hoy estaba calcetando mientras veía a Miguel y Claudia (tan monos, tan limpios, tan planos) en la Mtv y pensaba en la posibilidad de hacer una Academia de Operación Triunfo pero con pintores. Sería más o menos tal que así: tendrían que hacer "versiones" (no reproducciones, ese no es el fin de la Academia, crear fotocopias, cada uno debe desarrollar su propio estilo, jojo) de famosos cuadros contemporáneos: irían repartiendo: "para ti, Rosario, una obra de Olafur Eliasson; vosotros, Rudiger y Helena, vais a realizar una escultura de Guillermo Kuitka..." y al preferido y ya desde el comienzo, ganador, le darían obras de Pollock y Kandinsky, y los lunes harían una exposición en la Galería de Operación Triunfo, en la que el jurado, una organización de prestigiosos críticos y dueños de galerías de arte, marchantes y representantes de Sothebys dirían cosas como ésta: "lo siento, Hermelindo, no has conseguido transmitir la fuerza gastrointerítica necesaria para este "retrato de hembra dormida nº7" así que te proponemos para abandonar la academia" Podría presentarlo Nina igualmente, que sirve igual para un roto que para un descosido, y seguro que tiene grandes experiencias que contar de su etapa en Holanda, en casa de artistas bohemios creadores del conceptualismo abstracto. Y durante los ensayos, el trabajo semanal, habría horrendas crisis de los concursantes, los "triunfitos" en los que gemirían por las paredes, dándole patadas a botes de goma laca mientras se quejan de haber perdido su toque y dudan de su talento, todo en medio de un choque formidable de egos y boinas y mucha actitud, y mucha autodestrucción... no estaría mal que el pequeño escultor llegado de la sierra morena se tragase un bote de Betún de Judea, gimiendo "¡soy el nieto de Picasso, dejadme morir!"
Creo que sería un éxito mediático.
Y de pronto, por un hopla del tiempo, ya estamos en Navidad, plena Navidad. Siempre que estamos en Diciembre, y ahora que ya ha empezado el Invierno, me acuerdo de esos días de Junio, cuando a mediodía hace tantísimo calor, y yo me pongo a tomar el sol en la terraza cual exhibicionista que soy mientras leo cualquier revista de decoración del año 96. Cuando me levanto, tras media hora de exposición al epitelioma, estoy tan horriblemente mareada que tropiezo contra la puerta de cristal y me medio derribo sobre el sofá, para regocijo de mis vecinos de enfrente. Y en pleno agosto estoy hasta el culo del calor, y añoro estas fechas en las que puedo estar tres meses sin depilarme (soy como una feminista de los 70), no tengo que preocuparme sobre si me coge el frío y se nota la erección de los pezones a través de una camiseta, el asfalto no quema, y los jerseys de lana son tan agradables y calentitos... Total, que estoy pálida como si tuviese complejo de Nicole Kidman, ojerosa como si mi vida nocturna fuese de la intensidad de la de Donatella Versace, y cansada como si un macho de gran cipote me penetrase insaciablemente todas las noches. Que no es el caso.
La nochebuena me dispongo a pasarla en el hermoso, hermoso piso de uno de mis tíos. Es una de estas viejas viviendas de altos techos y distribución bastante inútil, con un largo pasillo y salón comedor para recibir a las visitas. Además está enmoquetado, y eso para mí era el colmo del talento decorativo por el placer que suponía pasear descalza por aquel largo pasillo de tres metros de altura, hasta el hermoso salón que es como el colmo del confort, con ese sofá king size frente a una librería atiborrada de variados tomos (allí leí Emmanuelle, de la que luego se hizo aquel film tan rompedor en su momento y que ahora es considerado mierda barata) Total, que estaré, entre otros, con mi exuberante y dinastíana tía, mi culto y hedonista tío, y con mi atolondrada y bellísima prima, cuya vida tomó este año unos tintes delictivos horribles, merced a unos acontecimientos demasiado serios, demasiado espantosos y demasiado reales como para ser incluidos aquí. Con mi tío estuve conversando este fin de semana acerca de la música del siglo XIX, que es lo más conocido, popular y bello "si bien cuánta más música escuchas más aprecias el barroco, el clasicismo y tal". Yo le dije que me gustaban los rusos, Tchaikovsky, Rimsky-Korsakov, Prokofiev y demás pandilla, y de ahí ya derivó la charla hacia la literatura rusa del XIX, con loores especiales hacia Dostoievki, "es justo lo que debe ser un clásico, mantener su fuerza y su actualidad aunque haya pasado un siglo" Por la noche, regada con whiskey, mi tío hizo una disertación que empezó con las similitudes entre Islam y cristianismo y terminó con las siguiente sentencias:
"Hay dos cosas que ponen a la mujer a la altura del hombre:
- la cuestión económica
la cuestión del sexo"
Y:
"La píldora es la mayor revolución de la humanidad desde al creación de la rueda"
Os doy mi permiso para difundir ambas premisas y podéis hacerlo sin miedo, queridos lectores, porque el tiempo no hará más que daros la razón. Algunos teóricos ya señalan su importancia, pero aún no está difundida esta verdad como se merece. Ya tenéis tema con el que sazonar vuestras comidas familiares esta nochebuena.
Y feliz Navidad.
El sábado 23 de Marzo de 2002 escribí lo siguiente:
Ha llegado la primavera. Pero a lo bestia. De repente, el día 21 de Marzo se disiparon las nieblas, desaparecieron las nubes, subieron las temperaturas y la nueva estación estalló sin previo aviso llenándolo todo de "joie de vivre".
El aire se impregna de extrañas volutas que parecen sacadas de dientes de león, el polen y la exuberancia reproductora de las plantas hace moquear las narices de los alérgicos.
Las calles se llenan de gente que pasea para airear sus modelos veraniegos, las faldas y las mangas cortas vuelven a traernos la depilación. Los niños juguetean e, inexplicablemente, hay un montón de parejas desde adolescentes a premenopáusicas que pasean de la mano o se besan apasionadamente en una esquina.
El sol lo ilumina todo llenándolo de brillo. Vuelven las gafas de sol, las sandalias, y en las playas la gente se broncea. Las terrazas están llenas, y en el campo las flores han irrumpido en el paisaje, manzanos y cerezos colorean el decorado; tímidas mariposillas revolotean y los niños, al ser semana santa, no se ven obligados a escribir redacciones sobre la llegada de la nueva estación.
Todos los eternos tópicos primaverales se cumplen.
Ahora, en cambio, ha llegado el Invierno. Mi estación favorita del año (¡jiji, qué treceañero!) es el Otoño, porque me encanta el color y las manzanas y las castañas y las hojas de roble secas y tal y cual, y ha terminado. Mi nochebuena fue... ¿cómo definirla? pues hubo de todo, momentos delirantes y otros, igualmente delirantes, pero teñidos de horror. Lo mejor era mi tía, que llevaba unos pendientes en el más puro estilo María Barranco en "Mujeres al borde de un ataque de nervios" (creo que era esa): uno simulaba un regalito envuelto en papel dorado y otro era una zambomba. Se los había comprado en un todo a 100 y estaba divina. Luego estaba el hermano de mi tía, con un gorrito de Papá Noel con corazones luminosos que parpadeaban cuando se tocaba la sien, con lo que el efecto era de lo más malvado jamesbondiano. Estaban también la mujer del hermano de mi tía, su padre y su hermano. Y mis tíos, mi prima y mis padres. Y la madre de mi tía, que es muy simpática y se le va un poco la cabeza y no para de hablar, con lo que yo, que estaba sentada a su lado, pasé una cena entretenidísima, y me partí sobre todo cuando escenificó aquel anuncio maravilloso de bombones Trappa en el que ese showman denostado que es Ruíz Mateos pronunció su "¡que te atrapo, Trappa!" ya clásico. Por lo demás, pocas novedades: llueve, hace frío, hace viento y hoy me duele todo el cuerpo tras la sesión masoquista de ayer. Seamos femeninas: un año más, me encuentro a menos de una semana de fin de año ¡sin saber qué coño voy a ponerme! Por suerte el domingo no cierran las tiendas y me veo de shopping intensivo en el que no encontraré nada que me entusiasme, que es lo que tiene que hacer una prenda para que yo desembolse la cantidad necesaria para llevármela a casa –así de escaso es mi armario- y al final iré fea y a disgusto, como siempre. Sí, lo sé, jóvenes grunge, con unos vaqueros y la camiseta de cada día se va de puta madre, pero a mí, qué queréis, mi parte carnavalesca disfruta sobremanera torturándose con unos tacones y poniéndose el único vestido con el que enfundaré mi cuerpo en todo el año (los de ir a la playa no valen) aunque claro, estaría bien ir con algo tipo esmoquin, un tuxedo de Saint Laurent con el que estaría como atronadoramente elegante. Ay, me entra el agobio de las compras, que es el agobio más absurdo y finisecular que puede tener una.

Esta semana estaba desayunando con una amiga cuando ella recibió una llamada telefónica de una amiga/conocida anterior, a la que hacía como dos años que le había perdido la pista. Entre "ay, a ver cuando quedamos" y demás tópicos, le comunicó las siguientes novedades:
novedad nº1: está trabajando en nosequé en nosedónde y está muy contenta con el sueldo
novedad nº2: sus padres le han arrebatado la custodia de su hijo.
novedad nº3: ha tenido otra hija -a la que ha llamado P, como mi amiguita, su amiguita- (si P fuese un tío sería la forma en la que una teleserie americana comunicarían una paternidad)
A todo esto la chica esta no pasa de los 22 años y en teoría era estéril, porque cuando era pequeña una tenia le devoró el útero o alguna gore-anécdota del estilo. Todo este tipo de historias me dejan en un estado de perplejidad y reflexionando sobre qué tendría yo que contarle a alguien tras dos años sin saber de su existencia: pues nada, sigo viviendo con mis padres, sigo estudiando... mmm... ¡ah! y el otro día me saqué el examen teórico del carnet de conducir. Mi vida es tan vana, tan rutinaria, tan lineal y simple... y que conste que estoy encantada de no tener dos hijos, uno de ellos "arrebatado de mis brazos" por mis progenitores.
Voy a cambiarme para salir. Tomaré antes una cuajada danone con miel de los socios que tenía mi madre cuando le dio por dedicarse a la apicultura.
Ya estamos a día 31, lectorcillos, sí, otro año más que muere ¿Qué habéis hecho con él? ¿Se va tristón deseando no haber existido o es un anciano orgulloso y satisfecho de cada uno de los 12 meses que lo componen? Oh, dios, cuán patética. Parezco el libro gordo de Petete. No perdamos la perspectiva con tanta Pilar López de Ayala revoloteando cual dipsomaníaca en pos de una copa de Freixenet y tengamos en cuenta que es sólo una fecha, tan aleatoria como otra cualquiera, como la distribución del tiempo en años para darnos la ilusión de que es algo tangible (y también para entendernos, qué coño) Me dejo de divagaciones.
Ra está en la aldea presenta "Recomendaciones culturales" (Para que puedan opinar sobre los eventos del momento sin tener la necesidad de presenciarlos)
Voy a hablar sobre literatura, lectorcillos (en este momento el 50% de los lectores hacen zapping a otro journal) y concretamente sobre el libro -no publicado este año, leído por mí este año- que me ha tocado más hondo en el fondo del coño. Se trata, asustaos, de "Las máscaras del héroe", de Juan Manuel de Prada. Sí, ese gordo antipático ganador del Planeta que acompaña a Garci en la mesa de debate (como la de Día a Día) de ¡Qué Grande es el cine! No estoy en contra de juzgar por las apariencias (de estarlo yo no tendría criterio sobre nada) pero en este caso seguid mi recomendación y degustad ese libro escatológico y brillante. Brillante en su argumento, es la historia que a mí me gustaría ser capaz de crear, con todos esos personajes reales intercalados como novelescos y que encajan perfectamente con la imagen que de ellos podemos formarnos, y con esa época, ese primer tercio del siglo XX en España, que condensa todos los defectos y virtudes de su época en la más cazurra y doliente de las tierras. Y, y, también porque leerlo es un placer, por esas metáforas y porque es poesía pero sin cursilería y ramplonería y porque las palabras de ese libro, coño, que me emociono, huelen. Total, que estoy encantada desde que leí "Las máscaras del héroe" de que le diesen el Planeta a Prada (por La Tempestad, que no he leído pero me la sopla) para que así pueda dedicarse con más holgura a escribir o a hacer lo que él disponga, y porque es joven y no era excesivamente conocido cuando le premiaron (que sí, que eso va todo por intereses del mercado, cuando conviene que gane una mujer o cuando conviene que gane un autor consagrado) así que miel sobre hojuelas. Ya cuando salió publicado el libro, hace unos añitos (ese libro maravilloso y lleno de fuerza que no dejo de conveniros a leer, tan pulp por momentos, tan conmovedor en otros, siempre emocionante) leí una crítica de Pérez Reverte* en el Semanal (que es algo que él no suele hacer) que logró meterme ganas de leerlo, porque elevaba a Juan Manuel de Prada a la altura de Cervantes y Valle-Inclán y demás popes. Y cómo gocé con su lectura, chatos.
*Lo de Pérez Reverte es un párrafo aparte ¿me gusta o no me gusta? Como articulista sí, me encanta y me entretiene, es populista y barrio bajero sí, pero ¿quién ha dicho que eso no mole? Como novelista ya tengo mis reservas, pero he de decir que sus Aventuras del Capitán Alatriste me gustan y las veo como súpernecesarias, porque teniendo épocas y personajes tan sobresalientes en los siglos pasados es una pena que no se les saque el jugo que se les podría sacar. Y de entrada estoy a favor de toda iniciativa decimonónica, como ésta de publicar folletines de capa y espada en la línea de Dumas pero con Quevedo por ahí quejándose y mucho "esta España desgraciada y caín" Porque yo, pese a todo, tengo una debilidad tremenda por eso de "me duele España"
Qué patriótico con lo antipatrias que soy yo me ha quedado esto. Feliz Año Nuevo (que es, os informo, el 2003. De nada)
¿Toca hablar de Nochevieja, verdad? Verdad. Pues a ello.
Los preludios:
Día 23 de Diciembre por la mañana. Mi madre y yo nos entrevistamos con uno de mis tíos Morcheeba, llamémosle, que nos dice lo siguiente: Pues en fin de año vamos a cenar a casa de nuestro primo común argentino. Supongo que os llamará para invitaros a la cena.
Día 24 de Diciembre por la mañana. Mi madre se encuentra en la calle a nuestro común primo argentino. Toman un café y este le dice: pues en nochevieja tenemos que cenar todos juntos. Pero en casa de Morcheeba, por supuesto, ya nos dijo el otro día que íbamos a cenar a su casa.
Recapitulación: Morcheeba dice que vamos a cenar a casa de nuestro primo común argentino y nuestro primo común argentino dice que vamos a casa de Morcheeba. A todo esto, ninguno nos ha invitado realmente a su casa. El día 30 llamamos a Morcheeba y le explicamos la situación. Incredulidad y asombro, y posterior llamada de teléfono para dar una salida definitiva: cenamos en casa de nuestro primo común argentino.
La noche:
Llegamos a casa de nuestro primo común argentino y la comida la ha traído Morcheeba. Visto lo visto, al día siguiente se come en mi casa. Cenamos ensalada de angulas (la gula del norte- seamos sinceros-) con berros; foi con salsa de melocotón y caramelo; vieiras en su concha; merluza no recuerdo de qué modo preparada, con ajada, creo; y de postre melón y mango con champagne. Estuvimos hablando de la idílica vida del pasado en la aldea (en la que está Ra, jojo), yo decía que si les volviesen a colocar en la idílica vida de su infancia en la aldea se morirían, todo aderezado con jocosos comentarios de nuestro primo común argentino hacia su adolescente hijo, del estilo de "me voy a ganar el sielo con gilipoyah como vos", y de pronto eran las doce menos diez y vinieron las uvas. Sufrí un pequeño shock al ver que eran pasas porque coño, a mí me gustan las pasas, pero también las uvas frescas, húmedas y rebosantes, y eso de empezar el año con uvas "pasas" me suena a mal feng shui. Y además, siempre me entran todas en la boca, consigo tragarlas todas a tiempo, qué cosas en una boca tan pequeña y poco receptiva como la mía. Total, que tomamos pasas, no pasa nada (¡oh, qué chascarrillo!) y escuchamos las campanadas, al final no me di cuanta de si había tomado once o doce, así que me metí una extra. Una hora después me fui a mi casa para ducharme, perfumarme, vestirme, maquillarme y aderezarme. Llegué a casa de una amiga donde habíamos quedado para tomar el Freixenet de rigor y en la tele de su salón se veía a –gracias, tele5- Bertín Osborne con ese "¡DELEZNABLE!" ¡Escoria! ¡Me da igual la mierda que sueltes por esa boca llena de dientes que tienes! Le amo. Nos sacamos cuatro fotos, dos de ellas sin flash. Salimos. La bebida de la fiesta sabía como a cuando te estás acabando una copa y los hielos están derretidos, igualito, vamos, que sabía a agua. La música era el Ibiza Mix 2000, y con eso lo digo todo. Pero pese a ello, lo pasé bien. Mi gran error fue descalzarme para que un amigo me diese un masaje (todo esto me lo dijeron al día siguiente), con lo cual mis pies se hincharon y luego no me cabían los zapatos, como si fuese unas de las hermanastras de cenicienta. Fuimos a tomar chocolate al único sitio en el que había sitio, nos sirvieron Cola-cao Día y luego volví muy cansada a casa, a dormir y despertarme con una resaca de la hostia, no sé debida a qué. No fue una noche loca ni mucho menos, pero no estuvo mal del todo. Me dijeron que parecía Shirley Temple con mis bucles laqueados, preferiría que mi look se hubiese parecido más a este:
Pero Shirley Temple tampoco está mal.

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